La Conferencia Internacional Cassandra, organizada por el centro tecnológico Eurecat, ha publicado un plan de acciones encaminadas a involucrar a la sociedad para identificar, diseñar e implementar estrategias para la mitigación de los efectos sociopolíticos del cambio climático en el Mediterráneo y África.

En concreto, las conclusiones de las dos primeras ediciones de Cassandra han sentado las bases de una iniciativa internacional centrada en debatir y dar respuestas científicas y tecnológicas ante los efectos del cambio climático en la salud, las migraciones, los conflictos y la desigualdad de género, así como de un plan de acciones específicas dentro del proyecto, que cuenta con el apoyo de un centenar de organizaciones, entre las cuales figuran la Comisión Europea, la OCDE, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Banco Mundial y la UNESCO.

El plan de acciones impulsa de forma proactiva la colaboración de agentes locales y culturales con instituciones de investigación, centros tecnológicos y universidades, para la creación de Foros Locales por el Clima en el Mediterráneo y la región de África. Cuatro de estos foros acogerán casos piloto para co-diseñar, co-implementar y monitorizar la evolución de acciones de respuesta a retos locales vinculados con el cambio climático y la salud, las migraciones, la igualdad de género o los conflictos armados.

El progreso de las acciones, coordinadas por Eurecat, se presentará en dos foros en línea y los resultados obtenidos se darán a conocer en la tercera edición de Cassandra, en noviembre del próximo año.

En palabras del jefe de Relaciones Políticas Internacionales de Eurecat, Richard Elelman, “Cassandra arrancó en 2021 ante la evidencia de que el cambio climático acelerará la aparición de efectos sociopolíticos complejos que nuestra sociedad no puede ignorar”.

Segunda edición de la Conferencia Internacional Cassandra

En su segunda edición, la Conferencia Internacional Cassandra reunió a más de 60 voces expertas y abrió un diálogo entre políticos, investigadores, agencias supranacionales, escritores, activistas socioculturales, ONGs y, sobre todo, ciudadanos de África y el Mediterráneo, con el fin de identificar las consecuencias políticas y sociales del cambio climático y cómo superarlas.

Cassandra puso de relieve que la falta de buena calidad del agua potable, la contaminación del aire, el aumento de las temperaturas, las inundaciones más frecuentes y el aumento del nivel del mar se convierten en causas de mayor movimiento humano y mayores tasas de mortalidad.

En esta línea, se subrayó que, a pesar de que África solo produce el 4 por ciento de las emisiones de CO2 del planeta, 300 millones de personas ya no tienen acceso a agua potable en este continente.

Durante la Conferencia, se apuntó también que las mujeres son las que sufren las mayores consecuencias del cambio climático, pues a menudo tienen que cuidar solas de los hijos, recorrer grandes distancias para conseguir agua y encontrar medios para superar los obstáculos cotidianos causados por las malas condiciones ambientales.

En la vertiente humanitaria, Open Arms destacó que en los últimos 10 años han perdido la vida en el Mediterráneo más de 30.000 personas al intentar llegar a Europa. La misma ONG apuntó que en ocho años han rescatado más de 70.000 personas también en el Mediterráneo.

Los expertos indicaron que estos movimientos migratorios pueden crecer exponencialmente cuando la población africana se vea obligada a abandonar sus tierras por los efectos negativos del cambio climático.

En diferentes sesiones, los participantes coincidieron también en advertir que la forma de migración más importante será la de personas muy vinculadas a las áreas rurales tradicionales, que deberán adaptarse a las incertidumbres de las áreas urbanas modernas. Ello conlleva un alto riesgo de ser excluidos socialmente de la vida principal en las urbes que están creciendo inexorablemente, no solo en África y el Mediterráneo, sino en todo el mundo, según se expuso.

Durante la conferencia, se manifestaron personas que sufren tales efectos desde los barrios bajos de Kibera y Korogocho, en Kenia, o Soweto, en Sudáfrica, y organizaciones que buscan proporcionar soluciones basadas tanto en tecnología tradicional como en nuevas herramientas tecnológicas para crear impacto beneficioso socialmente donde más se requiere.

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