La innovación tecnológica permite trabajar la sostenibilidad en las vertientes que la conforman y que, más a menudo de lo que se piensa, van alineadas, como la mejora medioambiental, aportando tecnologías que permitan aprovechar los recursos y generar menos impacto en los ecosistemas; la mejora económica, optimizando los procesos a nivel energético, de materias primas y de generación de menos residuos; y también en la mejora social, aportando tecnología más segura y puestos de trabajo. Así lo explica la coordinadora de Investigación del Área de Sostenibilidad de Eurecat, Irene Jubany, en la presente entrevista, donde subraya que, más allá del concepto de sostenibilidad, la innovación tecnológica puede permitirnos generar actividad económica regenerativa.

¿Qué ámbitos de trabajo priorizáis en el Área de Sostenibilidad de Eurecat desde el punto de vista científico y tecnológico?

En el Área de Sostenibilidad de Eurecat trabajamos en diferentes aspectos. En los ámbitos ambientales del agua, el suelo y el aire, perseguimos el doble objetivo de mejorar su calidad mediante tecnología de descontaminación y aprovechar al máximo los recursos que nos pueden aportar. En la esfera de la protección de los ecosistemas, investigamos sobre estrategias de gestión que hagan los sistemas naturales y agrícolas más resilientes en el cambio climático. En cuanto al campo de la energía, priorizamos la optimización de su uso y promovemos el uso de fuentes renovables, al tiempo que trabajamos para la mejora de las baterías para vehículos eléctricos y otras aplicaciones de almacenamiento de energía. Por lo que respecta a los residuos, promovemos la economía circular mediante tecnología que nos permita minimizar los residuos no aprovechables y optimizar su gestión. También generamos metodologías para eco-diseñar nuevos procesos y productos y cuantificar su ganancia ambiental y así asegurarnos de que los desarrollos científicos y tecnológicos que hacemos contribuyen a disminuir el impacto que hacemos como sociedad.

Para el Área de Sostenibilidad, es clave el trabajo conjunto con otras áreas y departamentos de Eurecat y es que los retos de la sostenibilidad hoy en día impregnan todas las tecnologías y sectores.

¿Nos podrías compartir cuál es el itinerario de un proyecto de innovación tecnológica en el campo de la sostenibilidad desde que comienza hasta que se aplica? ¿Estamos hablando de plazos muy amplios?

El desarrollo de nuevos productos y procesos pasa por diferentes etapas desde que se genera una nueva idea hasta su aplicación. Esto permite escalar la tecnología en un entorno de confianza para los inversores y poder emprender las medidas correctoras lo antes posible. Las primeras etapas pasan por validar la idea en el laboratorio en un ambiente controlado y a pequeña escala. Las siguientes etapas tienen el objetivo de probar aquella idea en condiciones cada vez más similares a las que pueda encontrarse en la realidad industrial y también utilizando equipos más grandes. Las etapas finales ya incluyen la construcción de plantas piloto que puedan ser probadas en un ambiente real, aunque todavía no estén en las dimensiones de aplicación industrial. Por último, cuando ese nuevo proceso o producto ya ha sido demostrado en estos diferentes ámbitos se puede considerar apto para aplicarse de forma industrial. En argot científico-tecnológico estas etapas se llaman niveles de preparación tecnológica (del inglés Technology Readiness Level, TRL) y van del 1 al 9, cuanto mayor es el valor, más cercano a mercado. Este itinerario puede ser de menos de un año cuando el desarrollo que se propone es una modificación de alguna tecnología o producto ya existente o bien puede durar hasta 10 o más años si la idea es completamente nueva e incluye la creación de una tecnología no conocida. La duración también depende en gran medida de los recursos disponibles y del sector. De hecho, el desarrollo de nuevas tecnologías o productos tiene asociado un elevado riesgo y, por tanto, hay posibilidad de fracasar o tener que repensar la idea inicial. En Eurecat intentamos mitigar el riesgo tecnológico aportando nuestras metodologías experimentales y de simulación y todas nuestras infraestructuras y tratamos de acortar estos períodos que son factor clave de competitividad. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el mayor riesgo que puede sufrir una empresa es no innovar.

¿Cómo puede ayudar la innovación tecnológica a realizar propuestas de valor diferenciales desde el punto de vista de la sostenibilidad?

Hay mucho campo por recorrer para hacer más sostenibles todos los sectores industriales y también el ámbito urbano. La innovación tecnológica permite trabajar la sostenibilidad en las vertientes que la conforman y que, más a menudo de lo que se piensa, van alineadas: la mejora medioambiental, aportando mejores tecnologías que permitan aprovechar mejor los recursos y generar menos impacto en los ecosistemas; la mejora económica, optimizando los procesos a nivel energético, a nivel de uso de materias primas y de generación de menos residuos; y también la mejora social, aportando tecnología más segura y puestos de trabajo. Y más allá del concepto de sostenibilidad, la innovación tecnológica puede permitirnos generar actividad económica regenerativa. O sea, que en lugar de minimizar el impacto negativo que estamos haciendo, podamos ser capaces de generar impacto positivo.

¿Qué es la bioeconomía? ¿Cuál es su potencial?

La bioeconomía es toda la actividad económica que utiliza fundamentalmente recursos de origen biológico para generar productos y servicios. Y si esta actividad económica se hace promoviendo que los productos, materiales y otros recursos permanezcan el mayor tiempo posible, por ejemplo, eco-diseñando, reciclando o reparando, entre otras acciones, potenciando su uso sostenible y eficiente y reduciendo al mínimo la generación de residuos, hablamos de bioeconomía circular. Su potencial es muy relevante en Cataluña ya que incluye los sectores agrícola, ganadero, silvícola, pesquero, alimentación, industria del papel, la madera y el corcho, industria de fibras naturales y cuero, gestión de residuos, parte del sector farmacéutico, del sector bioquímico y de la generación de energía.

¿Podrías dar algunos ejemplos en los que la bioeconomía puede marcar la diferencia?

Buena parte de residuos agroindustriales ya se utilizan para generar compost aprovechable para la fertilización agrícola y tienen un enorme potencial para generar biogás, justamente en fase de crecimiento exponencial en nuestro país. Otras alternativas que se están evaluando son la extracción de sustancias específicas que puedan ser utilizadas en aplicaciones de mayor valor, como el sector farmacéutico o el sector químico.

Por ejemplo, de los posos del café pueden obtenerse compuestos fenólicos considerados bioactivos en aplicaciones biomédicas. De los cultivos de algas, que permiten captar CO2 atmosférico, se pueden extraer aceites para sustituir combustibles fósiles, o utilizarse para nutrición.

¿Qué otras tendencias destacarías en materia de innovación tecnológica en sostenibilidad?

Dos de las macrotendencias globales para las que trabajamos en el ámbito de sostenibilidad son la economía circular y la resiliencia climática. La economía circular nos permite aprovechar al máximo los recursos naturales como las materias primas minerales, el agua, los nutrientes o la energía y, por tanto, generar un crecimiento más respetuoso con la naturaleza. En buena parte, también está relacionada con la mitigación del cambio climático.

Y la resiliencia climática es la reducción de nuestra vulnerabilidad frente a los cambios climáticos que estamos provocando, básicamente innovando para una mejor adaptación al cambio climático y también descarbonizando nuestra economía, para que Europa sea un continente neutro en emisiones en 2050, un reto que implica una transformación sin precedentes.

¿Cuáles serían los principales desafíos que deberían priorizarse a nivel empresarial y social desde la perspectiva de la innovación tecnológica en sostenibilidad?

El principal desafío empresarial y social que tenemos sobre la mesa en términos de sostenibilidad es el de crear actividad económica que tenga un impacto positivo sobre el medio, los ecosistemas y la sociedad en su conjunto. Como dicen algunos autores, está despertando una sostenibilidad que dejará atrás la visión simplificada de que las empresas sólo deben generar beneficios económicos. En este sentido, el desarrollo tecnológico puede desempeñar un papel clave. Ahora bien, como sociedad, quizás debamos renunciar a algunos aspectos de comodidad que pueden generarnos rechazo inicialmente pero que, a la larga, nos beneficiarán globalmente. Como ejemplo cotidiano, consumir energía renovable no nos autoriza a dejar de ahorrar porque todo tiene un impacto, por tanto, la prevención y el sentido común han llegado para quedarse. También podemos pensar en la obligación de dejar de utilizar bolsas de un solo uso y pasar a utilizar bolsas reutilizables de tela. Es una ligera incomodidad inicial, pero a largo plazo bajaremos la cantidad de plástico que va a parar al medio ambiente y nos beneficiaremos todos indirectamente.

¿Hacen falta muchos cambios para avanzar en este apartado? ¿Estamos preparados para dar respuesta a los retos actuales?

Hace falta que toda la sociedad esté concienciada y alineada con estos conceptos, tanto la comunidad científica, los emprendedores, la industria, los gobiernos… En definitiva, todo el mundo debe aportar. Las inversiones a realizar son enormes y tendrán que venir en gran medida del sector privado. Aquí es donde la tecnología tiene mucho que decir para tomar las mejores decisiones y hacer una explotación lo más optimizada posible. Pero sin la actitud comprometida de la ciudadanía, la transformación no será posible. La Administración debe regular el nuevo escenario con un delicado equilibrio entre cambios muy importantes y, por qué no decirlo, con cierto riesgo, sin dejar a nadie atrás. Nunca en la historia de la humanidad se había vivido una situación como ésta, poder aportarla desde la investigación y la innovación es apasionante. La tecnología va avanzando, pero paralelamente debemos avanzar también la sociedad para hacer un uso más resiliente y regenerador.